“A menudo los sirvientes de Arquímedes lo obligaban a bañarse contra su voluntad, para limpiarlo y ungirlo, e incluso allí, seguía dibujando figuras geométricas, hasta en los rescoldos de la chimenea. Y mientras lo iban untando con aceites y aromas dulzones, dibujaba trazos en su cuerpo desnudo con los dedos, tan poseído estaba y tan inmerso en el éxtasis o el trance, con el delirio que le producía el estudio de la geometría”
Plutarco, Vidas paralelas - Tomo II
“Amigo mío, el pasado es para nosotros un libro de siete sellos. Eso que llamas el espíritu de otros tiempos no es más que el espíritu de aquellas personas en las que los tiempos se reflejan”
J. W. Göethe, Fausto
Algunas veces, lamentablemente las menos, el alma se sabe poseedora de una certeza para la que se vuelve inhábil el lenguaje ordinario para compartirla. Los antiguos médicos de la China y el Tibet, por ejemplo, optaron por la poesía y la metáfora y simbolizaron su saber. Otros como Galileo o Arquímedes prefirieron el número y la geometría para expresar sus certidumbres, e incluso algunos maestros del Zen vieron en el silencio o la paradoja la vía al conocimiento. Sin embargo pocos pudieron hermanar los rigores del cálculo matemático con el sentido trascendente de la poesía y el universo místico. Pitágoras fue uno de esos pocos que supo combinar el álgebra insobornable con la vaporosa esencia del espíritu. Su certeza fue que era posible traer salud al hombre a través del orden armónico del sonido. Nos dejo para ello la Tetraktys, y con ella no sólo la posibilidad de concebir el sonido como una vía hacia el bienestar sino también (Bach mediante) la música tal como la entendemos hoy.
De la Tetraktys, Pitágoras y su certeza de que es la música una vía hacia la armonía hablaremos en próximas ocasiones, pero por hoy quisiéramos compartirles que a nosotros en Vishuda nos impulsa la misma convicción y de ella nos sentimos sus continuadores; y la invitación es a ser cada vez más los sonadores, cada vez más los portadores de la certeza y el sonido.-
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