Contraviniendo la potencia relativista de la posmodernidad, los tonos se postulan como absolutos y poseedores de características que les son instrinsecamente especìficas y que en consecuencia les permiten ser identificados sin necesitar un patrón de referencia que disponga y proponga luego posiciones relativas. Para confirmar este postulado (y a su vez para terror de los relativistas) existen personas capaces de identificar tonos sin necesidad de ninguna referencia; a estas personas se las declara o se las acusa de poseer “oído absoluto”. De entre esta facción minoritaria de oyentes superdotados están a su vez los de “oído absoluto pasivo” (que solo reconocen lo tonos sin referencia) y los de “oído absoluto activo” (que pueden, a su vez, reproducir tonos precisos sin referencia alguna). Y para mas espanto de los indeterministas, sabemos con quirúrgica precisión donde se produce esta habilidad: es exactamente en el lóbulo cuadrilátero izquierdo (precùneo). Si van de viaje al cerebro lo encuentran enla corteza parietal de la línea media, encima y delante de la cunea formada por el lóbulo occipital.
Tan maravillosa se postula la música que nos demuestra no necesitarnos para existir y develandose en sus rasgos invariables como una omnipresencia, nos guiña el ojo pues vence al mismísimo tiempo, a ese sobre el que apoya sus melodías para sean.