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Cuencos pulsando

Como Tànatos (muerte) y Morfeo (sueño), Tiempo y Ritmo también son hermanos. En un Cuenco Tibetano que suena, si los oídos están entrenados y despejados, puede percibirse, además de las frecuencias, el pulso. Cada cuenco tiene una exclusiva regularidad intrínseca: pulsa rítmicamente al ser tañido o frotado. Lo formidable de este evento es que también el pulso del Cuenco tibetano, a través del ritmo que genera y de la competente forma de usarlo, es un recurso terapéutico. El trabajo rítmico permite afinar las variables orgánicas y recomponer la armonía fisiológica contundentemente, y no solo en el hombre, sino en cualquier ser vivo que, girando con nosotros, ande por este planeta. John Fitzgerald Kennedy sugería “utilicemos el tiempo como herramienta, no como vehículo”. Así es que juntas pueden usarse en la terapia sonora la herramienta del sonido del Cuenco y la herramienta de su rítmico vibrar.

Don Octavio Paz iluminaba diciendo: “Entre el día y la noche hay un territorio inexplorado, no es sol ni es sombra: Es tiempo”. Como respuesta al poeta nosotros en Vishuda exploramos el Tiempo y, con él, ampliamos las herramientas de la terapia sonora.

 
 
 

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