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Cuidar a quien nos cuida

“Cuando haya pasado el ritualismo estéril, vendrá el misterio fecundo”

Carta de Miguel de Unamuno a Juan Arzadun – Clasicos Jackson, Literatura epistolar.


“Si usted quiere formarse un concepto claro, viva. Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice”

Roberto Arlt – Aguafuertes porteñas.


Los sonidos de los Cuencos Tibetanos colaboran con el mantenimiento de la salud de nuestros sistemas orgánicos, entonces nobleza obliga devolverles la atención y colaborar nosotros con mantenerlos a ellos en dignas condiciones. A estos respectos existen desmesuras de todo tenor. Están los que les pasan lustra metales, obtienen un brillo inmaculado pero perjudicando el material a través del abrasivo de ese producto; también están los místicos, que siguen el eco de una tradición relatada y en el ejercicio de una liturgia ritual que cuenta que los cuencos para limpiarse deben enterrarse de un día para el otro, se proveen de una pala y una noche estrellada y cavan una efímera sepultura donde harán dormir dentro al cuenco por una noche. La lista de curiosidades higiénicas es inagotable y contiene en la mayoría de los casos delirantes procedimientos de limpieza que sólo consiguen impactar al metal con sustancias inconvenientes para su cuidado. Por el contrario, limpiarlos con el hollejo del limón suele ser una de las opciones más sensatas siendo que el ácido del limón consigue barrer las suciedades del metal sin corroerlo y sin lesionar su sonido. Nosotros en VISHUDA seguimos una línea más radical aún: no los limpiamos en absoluto y dejamos que el tiempo los vaya oscureciendo. Estamos convencidos que, aunque el tiempo adormezca el brillo de su exterior, nunca dejaran de emitir su Luz.

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