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Entre sonidos y cuerdas: el Cosmos


“una vez experimente la impresión de lo sublime con gran fuerza ante un objeto que sòlo llegue a oir”

Lecciones sobre metafísica de lo bello - Arthur Schopenhauer



“La mùsica, siendo idèntica al cielo, no es cosa de emociones momentàneas. Es una condicion de la eternidad”

Gustav Holst. Carta a W.G Whittaker


Cuando las historias se obstinan en aparecer sin pausa, entonces se convierten en mitos. Una de esas historias fatigada de volver en los labios de mucha gente cuenta que bajando una ladera (debió ser probablemente en Crotona, aquel lugar que supo llamarse Magna Grecia y que nosotros llamamos Italia) Pitágoras vio interrumpido sus pensamientos por los sonidos secos, armoniosos y brillantes que se escapaba a chorros desde el interior del taller de un herrero. Al espiar el porque de esos sonidos encontró que dependían del tamaño del martillo con el que el artesano golpeaba sobre el yunque. Afiebrado por una sospecha aún indescifrable, Pitágoras consiguió inmediatamente varias cuerdas y les colgó debajo el peso equivalente de cada uno de esos martillos. Descubrió que el martillo de peso 6 producía un tono pero que el martillo de peso 12 generaba una octava de ese tono, y así fue infiriendo las relaciones entre las notas que hoy forman la armonía musical que conocemos. Este es el precioso mito que se cuenta sobre el origen pitagórico de nuestra concepción armónica del sonido, que no podemos sino llamarlo mito siendo que no sería capaz de sobrevivir a la prueba empírica, porque en realidad la frecuencia de un sonido (su tono) no está en relación con la tensión de la cuerda sino con la raíz cuadrada de esa tensión. Sin embargo la belleza del relato nos obliga a recordarlo y validarlo aún en su inexactitud, porque nos inicia en la pregunta fundamental de los que buscamos en el sonido la armonía mas completa y genuina del Cosmos: ¿cuál es la música en las profundidad de todo lo que existe? Son pequeños los pasos que nos permiten ir quitando el velo de esta inquietud y, atravesando costosos esfuerzos de entendimiento y fatigosas horas de experimentaciones (muchas de esas infructuosas), empezar a escuchar la música profunda de lo que existe. Uno de estos avances se debe al trabajo del físico teórico Joel Sternheimer quien consiguió convertir en música las secuencias del ADN descubriendo de esa manera que nuestra composición genética es musical, esto es que al sonar lo hace armónicamente. En la transposición de las estructuras de las proteínas al lenguaje musical encontramos nuestra sinfonía íntima y en ella inscripta y esperando ser oída una armoniosa composición de la naturaleza, una evidencia de la canción que cada persona es (para quienes quieran disfrutarlo, en el siguiente link les ofrecemos un ejemplo de la música de las proteínas: https://www.youtube.com/watch?v=kIZ_mMC9OqY) Siguiendo esta línea de investigación Sternheimer estudió frecuencias vibratorias especificas derivadas del ADN vegetal y vio que en el caso de muchas plantas, al escuchar música que cumple con ciertos parámetros armónicos, aumentan su velocidad de crecimiento, aumentan considerablemente su tamaño y aumentan su resistencia a las plagas; lo que nos permite sospechar un sentido concreto en el canto de las aves que, además de embellecer el aire con sus sonidos, están a su vez acaso nutriendo también a las plantas y haciéndolas mas fuertes y saludables.

Todo lo vivo ejecuta un concierto armónico y genera un equilibrio visible en lo material pero sonoro en sus profundidades. La intuición del hombre puede llegar a percibir esa música omnipresente, y su inteligencia puede con el tiempo ponerle de a poco palabras a esta intuición. Pitágoras, si bien es muy probable que no descubriera los intervalos según la historia con que iniciamos esta nota, sí es cierto que intuyó en las cuerdas una conexión con la armonía profunda del cosmos y mas aún con la manera de poderla medir y expresar; y no se equivocó. Hoy día los físicos que están a la vanguardia en la investigación de la estructura profunda del universo, coincidiendo con Pitágoras, usan las cuerdas como una posibilidad para poder explicarlo Todo, esta disciplina se llama la Teoría de las cuerdas, pero esa es otra historia.. y mientras llega la oportunidad de contarla nosotros sonamos nuestros Cuencos Tibetanos, sabiendo que el Universo escuchando sus sonidos se escucha a sì mismo cantando.

VISHUDA CUENCOS TIBETANOS

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