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Extraños sonidos

“Jamás he oído tan musical discordancia, tan dulce trueno”

William Shakespeare – El sueño de una noche de verano


“No hay nada más odioso que la música sin un significado oculto”

Frédéric Chopin – citado en Le Courrier musical (1910)


Construido para ser tocado quizás una única vez y ofrecer un solo y final sonido, el Gjallarhorn era el cuerno que los dioses escandinavos oirían como señal del comienzo del final del mundo. Heimdal, responsable de ejecutarlo oportunamente, era el indicado para este encargo porque, además de un ánimo solitario y una vigilante concentración, entre sus dones contaba con la capacidad de no necesitar descanso y de tener sentidos tan agudos que podía percibir el sonido de la vegetación al crecer. Aunque versiones las hay de a miles es lícito pensar que si del cuerno salía un sonido tan importante y significativo debía limitarse su ejecución al momento oportuno donde el caos se precipitara y los tiempos llegaran a su fin. Este momento estaba profetizado: cuando se terminara la construcción de la nave Nalfgar (echa con las uñas de los muertos) sería el tiempo de tocar el Gjallarhorn anunciando el apocalipsis. No es infrecuente hoy día la creencia de que un sonido aparecerá anunciando una catástrofe final. Así fue como muchos entendieron el extraño sonido captado en 1997 y que llamaron “Bloop”. Las historias más tradicionales esperan o buscan estos sonidos fatídicos en el cielo (como las prometidas siete trompetas en el “Apocalipsis de San Juan”), sin embargo el “Bloop” fue el sonido más fuerte jamás captado en los océanos. Lo que durante la guerra fría funcionó como un sistema para buscar submarinos soviéticos hoy día se utiliza con fines geológicos y es llamado SOSUS (“Sound Surveillance System” -Sistema de Vigilancia Sónica). Utiliza micrófonos acuáticos llamados Hidrófonos que pueden captar frecuencias del rango audible y ultrasónico. Estos instrumentos registraron el inusual sonido que duró alrededor de 7 minutos y que permaneció inexplicable por una década y que, aunque hoy día cuenta con una posible causa, no se volvió a repetir desde entonces. Fue un rango de baja frecuencia (alrededor de 40hz) tan potente que se registró en micrófonos a lo largo de todo el océano pacífico y se estimó sucedido frente a las costas del Chile. Al trascender la noticia también lo hizo la perplejidad de los científicos sobre la fuente del sonido y muchos ocuparon esta incertidumbre con suposiciones varias que abarcaban desde la idea de un animal extraño ya que el sonido presentaba según ellos “naturaleza orgánica” y podría suponerse que era generado por un dinosaurio aún vivo, un calamar gigante, una ballena azul descomunal y nunca vista o hasta incluso que era el mítico monstruo marino Cthulhu que menciona Lovecraft y permanece según el relato encarcelado en la ciudad hundida de R´yleh. No faltaron desde luego los muchos que aseguraron que ese sonido registrado era la anunciación del final de los tiempos y traía en su misteriosa frecuencia la última y sonora sentencia de la tierra. Recién en el año 2008 la NOAA (“National Oceanic and Atmospheric Administration” - Administración Nacional Oceánica y Atmosférica-) emitió un comunicado que refería al famoso y misterioso “Bloop” y lo explicaba como el sonido generado por terremotos de hielo de grandes icebergs al agrietarse y fracturarse; los registros de espectros sonoros de estos fenómenos según la NOAA son muy similares a los ocurridos en el año 1997 y afirman que el famoso “Bloop” podría haberse sucedido entre el estrecho de Bransfield y el mar de Ross en el océano Antártico (en el siguiente enlace pueden escuchar el misterioso “Bloop” y enlistarse luego en la hipótesis que sientan más verídica https://www.youtube.com/watch?time_continue=21&v=OBN56wL35IQ)

No todos los sonidos nos son familiares y muchas veces la novedad que nos presentan es tan potente que se nos extrañan y no sabemos si suponerlos agresores o benefactores. Quizás las primeras reverberaciones de los cuencos tibetanos supusieron para algunos una rareza difícil de catalogar, pero aunque nunca podremos saber el gesto de los primeros oyentes de los cuencos es posible estimar por su belleza sonora y su capacidad de abrazarnos el cuerpo y el alma que, lejos de la mueca del miedo, les poblaba el rostro una sonrisa. También nosotros sonreímos al tocarlos y a su extraño sonido lo sentimos tan familiar que hallamos un hogar en sus poderosas vibraciones.

VISHUDA CUENCOS TIBETANOS

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