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Iniciar con la mano tendida: la Mano Guidoniana

Las manos y la música son sustancias indivisibles. Los instrumentos se ejecutan en gran mayoría con las manos e incluso en los orígenes de la dirección melódica a través del tiempo (hablamos más exactamente de la dirección coral) lo único existente para indicar modificaciones en la altura de las notas era la mano del maestro que desplazándose hacia arriba señalaba agudos y haciéndolo hacia abajo marcaba la necesidad de los graves (sistema vigente hoy día y que en su versión evolucionada se conoce como Fononimia). Sin embargo antiguamente quedaba deficiente esta metodología para señalar todas las variaciones que una pieza musical posee considerando que faltaría poder indicar la duración de las notas, la dinámica de su ejecución, las variaciones temporales de las partes entre otras muchas cosas. El melómano (y huelga decirlo también emperador romano, rey de francos y lombardos) Carlomagno ordena codificar los cantos gregorianos que se oían en las iglesias por esos años (generalmente reproducidos mnemotécnicamente). Se inicia así un esbozo de sistema notacional bautizado (Neumas o notación Neumática) y que implicaban unos bosquejos taquigráficos ubicados sobre el texto litúrgico para indicar una cercanía de nota de cada sílaba y un aproximación al rítmo del canto. Ilustraban una idea tonal y temporal pero no podían aún hacerlo con suma justeza, por eso los neumas musicales suelen trazar trayectorias frecuenciales (el neuma Punctum alude a un movimiento descendente hacia una nota grave; el Virga su contrapuesto ascendente hacia el agudo; el Podatus la combinación de los dos anteriores desde grave-agudo y el Clivis generalmente el inverso del Podatus). Para quienes ejecutan instrumentos serviría la analogía con las tablaturas que se utilizan hoy día, que aproximan la idea melódica pero distan mucho de hacerlo con la precisión del sistema notacional pentagramado. La revolución que permite evolucionar el sistema Neumático a nuestro actual sistema se dio por la adición de una línea roja a la hoja donde se registraban los sonidos y el primero en dejar registro de esta innovación fue el monje y músico italiano Guido de Arezzo. Esa línea representaba la nota Fa (hoy llamaríamos a esto armado de clave en Fa) y luego sobre ella las demás notas ascendían o descendían siguien el orden de la escala. Aquí claro vislumbrar el germen de nuestro sistema de escritura musical atado a una clave que refiere la nota de referencia sobre la que se construyen las ubicaciones y denominaciones de las demás notas (Guido agrego luego tres líneas más construyendo un tetragrama que fue la referencia de escritura musical hasta el siglo XIV cuando se agrega la quinta línea y se construye el pentagrama tradicional). Pero además de esta innovación, y es de lo que queremos hablar específicamente, Guido de Arezzo diseño un sistema mnemotécnico de visualización musical que implica ver en la propia mano reflejadas las notas del pentagrama, a este sistema se lo llama Mano Guidoniana y es aún una de las formas que la pedagogía musical tiene para introducir al aspirante a la música escrita.



Cada falange y cada porción de la mano alude a una nota pudiendo representar hastra tres octavas desde el sol inferior de la clave moderna de fa hasta el mi superior en la clave actual de sol. Este sistema permitia visualizar en simultáneo hasta seis notas pudiendo instruir rápidamente en una composición coral a cada parte del coro sobre la nota a contar para entonar la estructura armónica deseada. Esta innovación obligo a nominar cada sonido y de aquí, y gracias a su inventiva, surgen los habituales nombres de las notas tal como lo conocemos hoy derivados del rezo “UTqueant laxis REsonare fibris MIra gestorum FAmuli tuorum SOLve polluti LAbii reatum Sancte Ioannes” (“Para que tus siervos puedan cantar bien alto, las maravillas de tu vida, borra la pena que asoma en sus labios San Juan” donde UT hoy es remplazado por la nota Do y también considerando que el Sí es un anexión posterior. Hableremos en un futuro cn más extensión del hermoso nombre de las notas musicales)

Asi es como en cada mano, al observarla, subyace la historia musical y en potencia la vivificación de esa historia como un legado sonoro, como una propuesta a continuar la construcción de la sonosfera humana. Con nuestros cuencos tibetanos y las manos que tañen creamos porvenir vibratorio utilizando las antiguas manos para hacer nuevos tiempos vibrantes.-


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