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La Escucha como activadora de lo Sublime

“una vez experimente la impresión de lo sublime con gran fuerza ante un objeto que sòlo llegue a oir”

Lecciones sobre metafísica de lo bello - Arthur Schopenhauer



“Samuel Molyneux, que visitò los jardines en 1713 admirò en èl un efecto de Sharawaggi"

Carmen Añòn – El lenguaje oculto del jardìn: jardìn y metàfora



En la Galleria degli Uffizi en Florencia, Italia, resultan habituales los desvanecimientos. La abundancia de las obras de arte y su belleza generan en muchos incautos paseantes una acumulación sensorial que los interpela somáticamente, y en consecuencia muchos se desmayan. Fue declarado síndrome en 1979 por los trabajos de la psiquiatra italiana Graziella Magherini y se lo conoce como el “síndrome de Stendhal” en referencia al escritor francés del silgo XIX que confesó en un relato que a causa de su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia “Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”. Esta respuesta de afectación corporal evidente frente a la belleza tiene también lugar con el fenómeno sonoro y la palabra que le es propia es Sharawadji o más específicamente “efecto Sharawadji”. Podría describirse como la aparición de síntomas corporales específicos que van desde sentir plenitud hasta padecer mareos, vértigo, alucinaciones y desvanecimientos que se suceden al oír un paisaje sonoro de mucha belleza, de complejidad estructural y composición aleatoria. El termino es inspirado en un estilo de jardinería japonesa llamado “Sharawaggi” donde prima el aspecto natural del paisaje evitando deliberadamente influirlo con líneas rígidas, rectas artificiales y simetrías, reflejando la ocurrencia de la belleza sin un orden o arreglo discernible, como acontecida naturalmente. Esta palabra es de cualquier modo de incierto origen, algunos la suponen nacida en Persia, quizás en tiempos de Dario o Jerjes, cuando el imperio en su expansión abrojaba ocurrencias y localismos para resignificarlos, otros le dan origen en China en la combinación de “shu luo” (疏落) que significa "dispersa y desordenada" y “wei zhi” (位置) en el sentido de "espacio animado con buen gusto por desorden". En la década de 1980 el término es tomado por el canadiense Claude Schryer, artista sonoro, experto en ecología acústica, compositor de paisajes sonoros y fundador del Foro Mundial para la Ecología Acústica, como una palabra capaz de expresar el éxtasis que se percibe cuando los sonidos naturales se combinan de manera aleatoria pero bella, y que dejan en quien los oye una sensación de perplejidad que vuelve a la experiencia indescriptible. A esta fascinación auditiva él la llamo “efecto sharawadji”. Lo cierto es que no es que haya sonidos Sharawadji, porque esta sensación no sucede realmente por el estímulo sino por la reacción al estímulo; es el contexto cognitivo del oyente, su predisposición a la experiencia auditiva, y su reapropiación del estímulo lo que generan el efecto Sharawadji, la epifanía sonora. Cualquier sonido de la vida diaria podría generar este efecto si uno consigue descontextualizar la escucha habitual y reubicarse como sujeto oyente en una nueva relación con lo oído, en un nuevo vínculo perceptivo. Sucede así una rotura del significado habitual de la escucha y una reinauguración auditiva que connota a las mismas frecuencias, el mismo episodio físico, el mismo acontecer en términos de longitud de onda, elevándolas al rango de lo sublime (para quienes quieran ampliar sobre el tema les recomendamos la pagina del Word Forum for Acoustic Ecology www.wfae.net)

Es casi inevitable salir de la experiencia del sonido de los cuencos tibetanos con la sensación de haber experimentado un episodio sonoro distinto y misteriosamente elocuente. El resultado es cierto éxtasis sensorial que nos pone en la vía de la búsqueda del significado de ese sentir; y así andamos, día a día, quienes tocamos cuencos, buscando la razón de lo sublime en sus vibraciones.

VISHUDA CUENCOS TIBETANOS

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