Las inagotables Fuentes
- vishudacuencostibe
- 18 feb 2021
- 2 Min. de lectura
En materia musical Oriente y Occidente parecieran ser antagónicos, pero en realidad son mitades de una misma totalidad. Aquí en occidente existe una bella tradición musical y sus orígenes no carecen de belleza, misterio y espesura sublime. Como en toda tradición que se pierde en el tiempo los personajes reales y los ficcionales son parte del mismo reparto y hablando de lo que queremos hoy hablar no podemos asegurar que Pitágoras fuera tan solamente un personaje histórico o que Euterpe (la musa de la música en el panteón griego) fuera una deidad imaginada. Pitágoras fue un incansable descubridor de las matemáticas y la música, y postulaba que lo que se aprende por los ojos y lo que se aprende por los oídos constituyen dos caminos para la curación del alma. Para Pitágoras, toda la creación era una canción inmanente, una melodía que se cantaba a sí misma, una música cristalizada en la forma. Porfirio, filósofo de los siglos III-IV d.C., afirmaba que Pitágoras "oía incluso la harmonía del todo: aquella que las deficiencias de nuestra naturaleza nos impiden percibir". Por otra parte Euterpe, la musa de la música hija del Trueno y la Memoria (Zeus y Mnemosine) supo sostener y la alimentar la obstinación de Pitágoras y se cuenta que su mano dulce movió todos los árboles de Metaponto, lugar del fallecimiento de Pitágoras, el día que el sabio abandonó la vida, y que al moverlos ellos cantaron en forma de viento la despedida al gran hombre.
Fe y Ciencia, como oriente y occidente, no son para nosotros posiciones opuestas, sino afluentes caudalosos del Mar del Conocimiento. En Vishuda Cuencos Tibetanos nuestra meta es, siempre, aprender, y para los sedientos de conocimientos las aguas de la fe y la ciencia son inagotables. Nos sentimos dichosos por tal prosperidad.
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