Hermanas en esta anfibio condición, son la música y la matemática tan concluyentemente presentes como indudablemente abstractas. Algunos incluso las suponen una misma cosa, una sustancia racional que salta del número escrito al número audible, pero sigue siendo lo mismo hablándonos en diferentes soportes. En occidente el origen de esta concepción se mira en Pitágoras y luego, como una bola de nieve imparable, Filolao, Platón, Aristoxeno, Plinio, Robert Fludd, Leibniz, y la misma lista podría sin fatigas completar todos los reglones de esta nota. Pero eludiendo el fútil catálogo podemos afirmar que la distancia entre notas es fácilmente expresable en cocientes definidos de la longitud de una cuerda; incluso la misma serie armónica sugiere las sensaciones consonantes al combinar sonidos en el acuerdo de su presencia conjunto que llamamos “acorde”. De aquí es que fue posible el desarrollo de una variable mística de interpretación musical que correlaciona la armonía musical con la supuesta armonía cósmica, derivando su indivisible correspondencia e inaugurando la teoría mas fuerte de la metafísica musical: la Música de las Esferas. Sea cual fuere el enlace místico-metafísico más válido, lo cierto es que como afirmaba Leibniz “La música es el placer que experimenta la mente humana al contar sin darse cuenta de que está contando”, porque ambas, música y matemática, como hermanas que tienen un buen vínculo, para entenderse e interpretarse golpean la puerta del hemisferio cerebral izquierda, en busca de las herramientas métricas con las que, con un poco de auspicio de la Musa, podrán convocar a la emoción.-
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