Policéfalo y bravucón, el monstruo Tifón usaba cada boca de cada una de sus 100 cabezas para maldecir e injuriar. En su vibrante y coral agresión producía sonidos tan indescriptiblemente espantosos que su mera escucha provocaba la enfermedad y hasta el deceso. Y tan descomunalmente peligrosas eran estas fonaciones que los propios dioses del olimpo temían temblorosos que la ferocidad del monstruoso, expresada en sus sonidos perturbadores, pudiera desterrarlos haciendo de Tifón el nuevo dios soberano. Zeus, advertido de su posible derrocamiento complotò con las Moiras, hacedoras del Destino, para que dieran de comer al monstruo carne humana que, debilitándolo, lo dejo dismuìdo en fuerzas, enmudeciò sus 100 riesgosas bocas y quedó a merced del trueno justiciero de Zeus que persiguiendo a Tifón por toda la costa sur de Italia consiguió derribarlo y darle muerte. Para ocultar esas cabezas maledicentemente parlantes y barrer los vestigios de su efímera subversión Zeus enterró el cadáver del monstruo bajo el monte Etna pero, no del todo muerto, hoy día aún respira y el aliento de su centuria de bocas peligrosas se escapa hacia la superficie por la única boca del volcán Etna como erupciones de humo y lava.
Nuestra misión sonora es la de multiplicar los sonidos con potencialidad benefactora pero las vibraciones audibles, esas frecuencias entre 20hz a 20.000hz que se nos vuelven audibles a los seres humanos, no tienen por si solas una participación moral en la naturaleza y por eso pueden ser buenas y beneficiosas como perturbadores y lesivas, pueden ser recurso para el bienestar o como los sonidos del monstruo Tifòn pretender desterrarnos del territorio de la salud. Del sonido como herramienta para la armonía hablamos mes a mes hace varios años ya, hoy nos dedicaremos a comentar algunos usos del sonido como arma, como instrumento del malestar, porque aprender sobre el sonido es ir siempre ampliando el territorio de lo conocido. El más actual de estos intentos es el LRAD (long range acoustic devide) o dispositivo acústico de largo alcance. Su principio funcional es emitir a 151 db (un volumen que supera el limite tolerable y que genera contundentemente dolor físico) sonidos dolorosos. Todo sonido arriba de los 90db empieza a perfilarse como peligroso para el ser humano y promete, en tanto más alta es su intensidad, graves daños corporales. Por eso este ingenio monstruoso parido por la American Technology Corporation, circular y que emite frecuencias entre 30 a 2,5 khz, genera una presión sonora tan intensa que si una persona esta delante a una distancia de entre 1 a 2 metros es capaz de desmayarla. Para que la lesión aumente se utilizan sonidos agudos. Desde luego el catálogo de usos tergiversados del sonido y la música para agredir al ser humano se pierden en la niebla de la historia llegando hasta el neolítico y teniendo como episodio tristemente sobresaliente las torturas sònicas que se llevaron a cabo en los campos de concentración de Dachau, al sur de Alemanìa, donde como innovación demencial se instalaron altoparlantes que chillaban, emitían marchas fascistas a todo volumen, ruido de animales salvajes e himnos y canciones filo nazis entre otras torturas sonoras que dejaremos de lado para no contagiar estas líneas de la depravación que a través del sonido malvadamente utilizado sufrieron una legión de personas.
Los cuencos tibetanos son instrumentos para la paz y como reseñamos no pocas veces la ciencia viene colaborando en comprobarlos como genuino recurso para el bienestar a través de sus sonidos y vibraciones. Pero a todos los que sonamos nos aplica la necesidad de ampliar la conciencia sobre las vibraciones, porque estando frente a una herramienta lo estamos, también, frente a una responsabilidad.-
VISHUDA CUENCOS TIBETANOS
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