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Pluralidades vibrantes

“la leyenda del descenso al Hades tenía por sentido explorar los límites del poder de la música, más que presentar modelos míticos de prácticas chamánicas. Y quizá, añadimos nosotros, todo el mito de Orfeo pueda tener como fuerza temática el poder de la música”

Francisco Molina Moreno – Orfeo y la mitología de la mùsica


“la música es el arte más verdadero, el arte del querer, que nos habla de lo que auténticamente somos, el arte metafísico por antonomasia. Tanto la música como el mundo esconden la misma raíz, la voluntad”

Arthur Schopenhauer – El mundo como voluntad y representaciòn


Si pensamos en el origen de la Lira de Apolo (χέλυς) tenemos plurales versiones: la que dice que en realidad la inventa el joven Hermes matando una tortuga y encordándola con los intestinos de doce vacas que había robado al dios Apolo quien descubriendo el hurto perdona al joven sólo a condición de que le regale el instrumento; o la versión que cuenta que la inventa Lino, hijo de Anfìmaro y Terpsícore y que por soberbia inmadura desafía en un combate musical a Apolo quien no sólo le gana en la competencia sino que se cobra su vida por el arrojo arrogante de desafiarlo; también el mito de Anfiòn, hijo de Antìope y Zeus, que con su lira hacia levitar las piedras para construir la muralla de Tebas mientras que su hermano Zeto, ayuno del arte musical, debía empujarlas esforzada y muscularmente. Cuando pensamos en la lira debemos pensar plural, porque el mito y la historia se abrazan tan vigorosamente que querer definir su origen eligiendo uno de entre los muchos posibles es desangelar la potencialidad de su relato.

Si pensamos en las tradiciones de cantos guturales armónicos, sucede también que por su condición transcultural existe con llamativas semejanzas (y preciosas tenues diferencias regionales) en plurales tribus y tradiciones musicales. Lo llaman Ainu los japoneses, Xhosa los sudafricanos, en el Tibet puede hallárselo como canto Gur, Ta o Yang, llamado por los Inuit del norte canto Kattajaq y por los mongoles canto Tuva o Xöömij… y aún hacia adentro de cada estilo regional de canto gutural hay plurales manifestaciones: tienen los tibetanos las tradiciones Gyuto con un canto que privilegia el sobretono del 10ºmo armonico sobre la nota fundamental a diferencia de la tradición Gyume que resalta el 12º armònico; a su vez los mongoles distinguen entre su canto de garganta plurales seis subdivisiones: una labial (Uruulyn), una palatina (Tagnain), una eminentemente nasal (Xamryn), una glotal de garganta (BagaIzuuryn, xooloin), una que utiliza las cavidades del pecho y del estomago (Tseejiin xondiin, xeviiin) y una que combina todas las anteriores (Türlegt o Xosmoljin xöömij). Plural también debe pensarse el canto de armónicos porque en cada versión particular los sonidos abren universos de evocaciones diferenciadas y por eso, acá también, elegir es amputar. (pueden escuchar si desean algunos ejemplos de estas distintas fonaciones en las voces de artistas nativos mongoles https://www.youtube.com/watch?v=JwoT98McqPo, y también en este enlace al increíble y occidental Alex Glenfield quien con su trabajo fonal divulga en occidente esta preciosa y plural música https://www.youtube.com/watch?v=7zZainT9v6Q)

Si pensamos en los cuencos tibetanos se nos vuelve también plural el panorama. Están los Cuencos “Manipuri”, los más pequeños de la familia y con forma de plato; aquellos otros llamados Cuencos “Caliz”, generosos en frecuencias agudas y que asemejan una copa; los de la región india de Bengala llamados “Bengal” hechos a golpes de martillo y muy estables en su sonar; los cuencos “Thadopati” de base bien plana y paredes rectas y gruesas como precipicios que permiten ser impactadas con fuerza y generar así un fuerte volumen; se suman al catálogo familiar los Cuencos “Jambati” bien grandes y graves en su sonido; en oposición los Cuencos “Jarkanda” son de paredes delgadas y bien altos; también están los Cuencos “Ulti” de borde extravagantemente abierto; los infrecuentes, exóticos y carísimos Cuencos “Lingam” y “Mani”; los Cuencos “Planetarios”; el famoso Tong Pen o Cuenco “Tao” que es más reconocible no por su nombre sino por su forma de palangana y por su método de ejecución que es frotando sus asas una vez vertida agua dentro del cuenco; Japón se suma a la lista con sus preciosos Cuencos “Keizu”; y se suma también la industria metalúrgica con los Cuencos “Industriales” que aunque no mejorándola, agrandan aún mas la pluralidad de cacharros cóncavos resonantes.

Las sonidos poseen la esquiva condición de lo omnipresente y son inevitables e inaprensibles, inabarcables e ineludibles, y en esta indefinición que los caracteriza encuentran conquistarnos a tal punto que conocerlos y entenderlos, aún sabiéndolo imposible, se nos vuelve una misión y un camino. La recompensa es que entre la pluralidad inagotable esta la potente, y también múltiple, posibilidad de bienestar que nos ofrendan.

VISHUDA CUENCOS TIBETANOS


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