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Ser a traves del sonar

Las afasias son lesiones que afectan la posibilidad de comunicarse. Esta limitación o incapacitación ataca tanto el habla como la mímica e incluso la escritura. Las lesiones cerebrales son las responsables de esta compleja afectación que trae uno de los padecimientos más intensos que existen: el de estar distanciado de la posibilidad de ser hacia los otros. A este aspecto puede la música auxiliarlo en una vigorosa dimensión ya que fortalece, facilita y refuerza el lenguaje hablado y, más aún, la memoria relacionada con la fonación de un discurso lógico. En una proporción estadística más que significativa, se evidencia que más del 90% de las personas localizan las áreas del control del lenguaje en el hemisferio cerebral izquierdo, que es justamente el que más se producen las afasias y a consecuencia de esto la posibilidad de urdir las palabras en una oración dotada de sentido se entorpece hasta neutralizarse. La palabra, cuando es cantada, es mejor recordada que al ser hablada; por eso, al estar el fenómeno musical más disperso en diversas áreas cerebrales (e incluso bilateralmente dispersa), los aspectos prosódicos del decir (como por ejemplo la melodía, la entonación y la rítmica) pueden convocarse aún en la situación de la afasia y la dimensión musical de lo hablado hace renacer la posibilidad de su dimensión semántica. Así es como, a fuerza de tracción musical, el cerebro que estaba inhabilitado de poder comunicarse recupera en potencia alguna porción de esta posibilidad, así es como la música se nos vuelve siempre un lenguaje al que recurrir, omnipresente y vaporoso se filtra por varios sistemas del entrado cerebral y por eso, desde cualquiera de sus extremos, y como una amiga fiel, puede venir al rescate de algunas funciones desde lo más austral de nuestra geografía cerebral. ¿Cómo no amarla si además de un placer es un recurso para nuestro bienestar?

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