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Sonidos expulsados

Una condición inevitable de los regímenes totalitarias es multiplicar sus enemigos, y a los constantes y sonantes, les suman enemigos imaginarios. En pos de evitarle l régimen estas fantasmales subversiones la Rusia de Stalin creó la “Asociación de Músicos Proletarios”, para auditar a punta de pistola lo que debía escucharse y lo que no. Para 1932 la Asociación ya estaba en robusto funcionamiento y entre sus muchas desmesuras por ejemplo se encargaban de expulsar cualquier músico con antecedentes de “burgués”. Tan extendida era la lista de condiciones a cubrir que debía tener el músico proletario que casi nadie quedaba fuera de las listas negras y, por ende, de la prohibición. Además el dedo acusador stalinista es internacionalizó señalando compositores de otros países que, por vaya a saber que azarosa razón, eran considerados antiproletarios. Así fue como el repertorio y no sólo los músicos fueron censurados y hubo por largo tiempo una Rusia sin Beethoven, sin Liszt e incluso sin Bach ni Tchaivkovsky. Hizo falta un fanático para liderara tan demencial Asociación, y apareció como perfecto candidato Psibyshevsky que llevó el socialismo al extremo de pensar que los solistas sobraban porque destacaban su individualidad a expensas del esfuerzo colectivo. Esta pulidísima y estricta pedagogía podía servir para favorecer la adhesión al régimen (quizás), pero era pernicioso para las habilidades musicales, como quedó demostrado en la prontísima eliminación de los pianistas en el II Concurso Internacional de Varsovia de 1932.

La política siempre esta imbricada en lo sonoro, de manera expresa y hasta prescriptiva como en la República de Platón, así como invisibilizada en sus vinculaciones como hoy día en esta estallada posmodernidad sin quicio donde pivotear las referencias o el sentido. Sonar siempre es dar una posición de mundo y en esa elocuencia vibracional al tiempo que se lo señala se lo transforma. A sabiendas de que vibrar es transformar tañimos nuestros cuencos para que el perfil del presente transmigre hacia la siempre deseable mueca de la paz.-

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