Luego de la batalla de Culloden, en 1746, al tiempo que se diluían los intentos jacobitas de restaurar la casa Estuardo en el trono británico, sucedía el extraño caso de una sentencia a muerte por tocar un instrumento. James Reid, el infortunado gaitero del ejército de las Highlands escocesas, acompañante musical de las embestidas bélicas, fue sentenciado a muerte por rebeldía. Antes de su ejecución alegó en su defensa que no portaba armas, solo un instrumento musical. El fallo fue gélido y singular: como los regimientos escoses nunca marcharon sin gaitero, la gaita, a los ojos de la ley, constituía un instrumento de guerra. Reid, el músico, fue ejecutado en York y tras su muerte la gaita se volvió el único instrumento musical considerado “arma de combate” y por lo tanto, fue judicialmente prohibido. Antes de eso ya había sufrido el escarnio medieval por asociarse con las conjuraciones de demonios, tanto que ver una gaita en un hogar era suponer que sus habitantes practicaban la brujería. Este instrumento lleva una intrínseca actitud revoltosa y si bien se relaciona unívocamente con la cultura escocesa, no es de esa tierra su nacimiento, tanto que se estima que un gaitero empedernido fue el emperador Neron. Suetonio, el historiador romano, señala como palabras propias del emperador “Si al final de mi vida todavía me mantengo activo, me dedicaría a ganar competencias como organista, auleta o utricularius”, siendo este último termino proveniente del latín “utrìculos”, que significa bolsa. Y también el filósofo griego Diòn Crisóstomo afirma refiriéndose muy probablemente a Neron “uno de nuestros emperadores deseó destacarse como heraldo, cantando con la cítara, en la tragedia y en la lucha. Algunos dicen que él podía escribir, esculpir y tocar el aulos con su boca y con su antebrazo, con un saco (utrículus ) colocado bajo éste”. Por eso, y no tan al norte, si buscamos de la gaita su antecedente mas antiguo (tanto que casi se vuelve poco evidente su filiación), sería el “aulos” griego, un instrumento de viento típico del culto dionisiaco y que tenía su propio concurso de talento en los juegos Pìticos. Mantener un flujo constante de aire significaba un mayor dominio de la técnica y, en consecuencia, la victoria y gloria en estas contiendas musicales. Esa posibilidad solo podía darse si el ejecutante del aulos generaba una respiración continua que permitiera no suspender las emisiones de notas, para eso se utilizaba como astucia una prótesis de cuero conocida con el nombre de “phorbeia" que atada a la cabeza auxiliaba la técnica del soplar. La historia guarda anónimo, quizás para siempre, el nombre del inventor de un dispositivo hecho con una bolsa de cuero que inflándose y desinflándose facilitaba el flujo constante de aire y eximia al músico de la necesidad de hacer la tan difícil respiración constante. Mucho tiempo después la gaita se incorpora en Escocia a los ejércitos porque en su emisión sonora tan fuerte y estridente los clanes sentían reflejada su bravura. Es esa la razón por la que no faltaba una gaita en ningún regimiento y por la que el gaitero James Reid tuvo que pagar con su vida los sonidos que regalo al combate. Lo cierto es que tras el sometimiento de Inglaterra a los escoses luego de la batalla de Culloden se volvió necesario debilitar sus emblemas culturales, del que la gaita formaba parte; y quizás sea esta la razón de su consideración de “arma de combate” y la prohibición posterior. Un instrumento musical puede estar tan anclado a las identidades de pueblos y comunidades que quien busque enemistarse con esa identidad puede encontrar en sus instrumentos también provechosas víctimas. Así permaneció, señalada de riesgosa, la gaita escocesa hasta que William Pitt (el viejo), en una astuta estrategia de pacificación posterior a la imposición británica, decide en 1760 restituir la gaita como distintivo militar para los escoceses, reencontrándolos con sus sonidos identitarios.
Los cuencos tibetanos son un sonar que nos hermanan a quienes los tocamos. Ves a ves esta familia sonadora va creciendo y lleva por insignia identificatoria estas vibraciones que apareciendo en el mundo nos señalan como una unidad, un clan de sonadores, una familia de emisores de frecuencias que si acaso contra algo guerrea es contra una vida ayuna de bienestar.-
VISHUDA CUENCOS TIBETANOS
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