Un Cuenco Tibetano es un instrumento compuesto. Una de sus partes es celebrada mientras que a la otra se la desestima con la peor de las fuerzas nocivas: la indiferencia. Hablamos de la “baqueta” o también conocida como “el palito con el que se toca el cuenco”. En este matrimonio sonoro ambas partes son irremplazables; el cuenco es el elemento Yin, femenino, y en su capacidad continente se verifica su potencialidad para sonar, tanto que al cuenco en algunos textos antiguos se lo llamaba “vientre de vida”. La baqueta, en oposición, es el componente Yang, masculino, incluso hasta evidentemente fàlico e interviene el cuenco activamente golpeándolo o rozándolo. Lo conmovedor de esta analogía es que según ella el Sonido es concebido entre dos energías opuestas y necesarias. Cada vez que un cuenco tibetano es golpeado un alumbramiento se sucede. Traer a la vida un Sonido es una posibilidad para todos, por eso les deseamos mucha fertilidad y que con sus cuencos puedan traer al Mundo infinidad de vibraciones para así mejor poblar este planeta.
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