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"Wow!" Sonidos extraterrestes

Recién superadas las 11 de la noche una misteriosa señal de radio, nacida probablemente en un grupo de estrellas de la zona oriental de la constelación de sagitario llamadas Chi Sagitarii a 220 años luz de nuestro planeta, impactó en el radiotelescopio Big Ear del observatorio de la Universidad de Ohio. La IBM 1130 encargada de convertir las señales recibidas por el radiotelescopio en datos analizables procesaba eficazmente barriendo el ruido de fondo espacial para poder detectar las señales que no eran meramente ruido. El profesor Jerry R. Ehman, que trabaja para el programa SETI, destinado a la búsqueda de vida inteligente en el espacio, estaba verificando la habitual registraciòn de datos cuando descubre en la secuencia "6EQUJ5" una señal 30 veces mas intensa que el ruido de fondo; era la señal anómala mas intensa jamás detectada por un radiotelescopio. Sorprendido por el prodigio el profesor escribe al margen del papel continuo donde leía estos datos la palabra “Wow!”, como la habitual onomatopeya de sorpresa. Había nacido así el misterio de la extraterrestre “señal Wow!” y el inicio de una legión de historias, hipótesis y supersticiones sobre esta frecuencia que irrumpiera en el planeta esa noche de agosto de 1977. Si acaso una civilización inteligente intentara comunicarse con nosotros se estimaba como más probable que lo hiciera en una frecuencia cercana a los 1420,4056 MHz, siendo que esta frecuencia representa la electromagnética del hidrógeno neutro y este es el elemento mas abundante del Universo. De entre todas las inacabables frecuencias del espectro radio-eléctrico resultaba esperable que se utilizara la del hidrógeno neutro porque proporciona un buen canal para la emisión y recepción de señales, representa la frecuencia natural del material mas abundante en el Universo y una civilización lo suficientemente avanzada como para comunicarse interlestelarmente debiera conocer estos dos sucesos. Y lo cierto es que la “señal wow!” se estima entre 1420, 356 MHz y 1420, 456 MHz, ambas próximas a la frecuencia de transición hiperfina del hidrógeno, lo que colaboraba con robustecer la posibilidad de estar recibiendo una señal de alguna civilización inteligente extraterrestre. Se intentaron muchas explicaciones. Algunos sugieren el origen de esta señal como un intento de comunicación de una civilización avanzada interestelar y se apoyan sobre todo en que se sucedió el registro en torno a la frecuencia del hidrógeno como explicábamos. Sin embargo si consideramos que el radiotelescopio barre el cielo a la velocidad de la rotación terrestre, y que según esto puede calcularse la ventana de observación de cada región del cielo, se puede calcular que la señal “Wow!” duró 72 segundos, teniendo un pico hacia la mitad de este tiempo (cuando el radiotelescopio estaba en el centro de la ventana de observación) y declinando luego. Esto podría explicarse también ya no por una civilización extraterrestre sino por la emisión de radio de un satélite artificial o la registraciòn de una emisión de radio de algún episodio astronómico lo suficientemente potente como para aparecer sobresaliendo en los registros del radiotelescopio. Cuarenta años después de nacido el misterio vino la respuesta de manos del astrónomo del St. Petersburg College de Florida, Antonio Paris. La misteriosa señal se debió al paso de dos cometas, el 266P/Christensen y P/2008 Y2 (Gibbs) que no habían sido descubiertos hacia fines de la década de 1970 y por eso no pudieron relacionarse con el episodio. Cuando un cometa pasa libera nubes de hidrógeno que bastan para generar la intensidad anòmala percibida por el radiotelescopio. Como estos cometas pasan cada siete años y medio era menester leer que registros dejaban sus estelas de hidrógeno para ver si correspondían con la señal de 1,42Ghz que el profesor Jerry Ehman detectó en 1977 y por la que escribió “Wow!”. Entre Noviembre de 2016 y febrero de 2017 se hicieron estas mediciones que confirmaron que si bien era cierto que la frecuencia era extraterrestre no era necesariamente inteligente porque al paso de unos cometas se debía.

Escuchar un cuenco tibetano invita a la onomatopeya “Wow” porque algo en sus sonidos, aunque terrestre, pareciera hablarnos del cosmos en su totalidad y reflejar el universo musicalmente. Todavía vamos en búsqueda de explicar esa fascinación, todavía sonamos nuestros cuencos como canción interestelar. -

VISHUDA CUENCOS TIBETANOS

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